Por Irene Mayor Sanabria, becaria Mapfre / Fulbright en University of Florida donde estudia un Máster en Comunicación de Masas.
En enero de 2018 no hubiera creído a quien me dijera que hoy, dos años más tarde, sería una verdadera Florida Gator; o que viviría en un sitio donde siempre hace calor, los cocodrilos campan a sus anchas, la gente viste de azul y naranja y todos – incluida yo – ven el fútbol (americano) los sábados, aplaudiendo como si los brazos fueran la mandíbula de un alligator. Ya dije “qué suerte” cuando fui seleccionada como becaria Fulbright y más adelante cuando se me informó del co-patrocinio de Mapfre. Y ahora, sabiendo todo esto, lo digo mucho más.
En agosto de 2018 me mudé a Florida para estudiar un máster en comunicación en la University of Florida. Antes de llegar a ese momento, hubo mucha incertidumbre y decisiones difíciles que compartimos todos los que recibimos una oportunidad similar: ¿qué quiero hacer?, ¿a dónde quiero ir?, ¿qué me voy a encontrar? y un largo etcétera que puede sonar filosófico pero se vuelve muy real. ¿Qué le diría a mi yo de hace dos años para tomar esa decisión?
Resulta muy tentador imaginarse la vida en Estados Unidos pensando en la Quinta Avenida, las palmeras de Beverly Hills o las imágenes que todos tenemos grabadas a fuego en cuanto pensamos en América y que, curiosamente, nos llevan siempre a las mismas cuatro ciudades. Yo misma pensaba así. Mis padres y mis abuelos han vivido en Estados Unidos y su consejo fue idéntico: no tengas miedo a una ciudad pequeña. Fui muy reticente a hacerles caso, pero lo hice. Y comprobé que la sabiduría popular no se equivoca.
Escucha a quienes saben:
Cuando recibí la admisión de UF, hice algo que nunca hubiera tenido que hacer con Nueva York, Boston o Chicago: googlear dónde demonios estaba. Gainesville, Florida. Da respeto mudarse a un sitio del que no sabes nada y ni siquiera has oído hablar. Recuerdo que uno de los primeros resultados era un artículo titulado “Cuatro motivos por los que te encantará vivir en Gainesville”. Mi primera reacción “¿SOLO HAY CUATRO?” (drama total).
Afortunadamente, hay muchos más. Y todos ellos les dan la razón a mis padres y abuelos: no hay que tener miedo a una ciudad pequeña. Porque aterrizar y sentirse como en casa es mucho más fácil. Porque el sentido de comunidad es mucho más grande, y conocer gente sale casi de manera natural. Porque la experiencia de una college town americana es única, y solo se tiene a nuestra edad. Y porque, al final, venimos a vivir y no a visitar.
(Aparte: porque se tarda diez minutos a todas partes, y porque es maravilloso cambiar una hora en metro por un paseo al sol en bici).
Elige por el programa:
Otra tentación es guiarse por el nombre de la universidad, más que por el contenido del programa de estudios. Si todos nos sabemos las mismas cuatro ciudades, ni os cuento con las universidades. Florida estaba fuera de mi radar, y aun así mi gut feeling con su programa fue contundente desde el principio. No me resultó fácil encontrar programas de comunicación que no estuvieran enfocados a la investigación o que expresamente se centraran de manera muy práctica a aportar algo a personas que ya hayan trabajado. Mi programa –cuya existencia desconocía hasta hace dos años– ha conseguido justo lo que yo quería: sentir que he aprendido y que he crecido como estudiante, como persona y como profesional.
Moraleja: cuando encuentres un programa que de verdad te llama, da igual donde sea. No pasa absolutamente nada si la universidad no es una de las cuatro que todos nos sabemos. De hecho, mejor: más única será la experiencia, y más va a hacer la universidad por acoger y cultivar el school spirit. Yo he tenido la suerte de llegar a Florida en un momento en el que el orgullo de la universidad por haber subido a ser número 7 en el ranking de universidades públicas se traduce en más inversiones y más esfuerzos por continuar creciendo. Eso se nota en la experiencia de los estudiantes, y en cómo se esfuerza la universidad por juntarnos a todos para trabajar por un objetivo común.
Aprovecha la experiencia Fulbright:
Fulbright significa mucho más que venir a estudiar un máster. Si en España ya la Comisión Fulbright y Mapfre demostraban un fuerte apoyo por mi proyecto de máster, esto se complementa por el prestigio del Programa Fulbright en Estados Unidos. Ser Fulbright se refleja en cómo te acogen en la universidad: “tú no tienes una beca, tienes una Fulbright”. Universidades como UF tienen comunidades muy activas para becarios Fulbright, con excursiones, conferencias y programas que hacen que la experiencia no sea la de un estudiante de máster más.
Sin necesariamente saberlo, aproveché estos consejos y cada vez me reafirmo más: qué suerte. Gainesville tiene la mezcla justa de Florida y de sur: de hospitalidad sureña, árboles gigantescos cubiertos de Spanish moss, de sol y lluvias de verano (no en vano es “Rainesville”) y del carácter latino que recuerda que Florida no es como ningún otro sitio de Estados Unidos. La mezcla justa de ciudad pequeña donde la gente saluda y – sí – algún alligator cruza la calle, y de todas las grandes ciudades que tiene alrededor. El entorno único de estar rodeado de springs increíblemente azules donde nadan manatíes en invierno, y de poder elegir entre Atlántico o golfo de México para pasar un día de playa. Y el espíritu de ser una universidad excelente pero con sentido del humor; de combinar academia y deporte seguramente mejor que cualquier otra gran universidad de Estados Unidos. De crear una comunidad de estudiantes que se sienten amigos y cantan in all kinds of weather, we’ll all stick together for F-L-O-R-I-D-A. Qué suerte. Y qué suerte si cuando leas esto estás en los momentos previos a poder elegir una experiencia así.
Irene Mayor Sanabria
Becaria Fulbright 2019/2020