Alba de la Cruz González Vázquez es Lectora de español en Wabash College, Indiana durante el curso 2021-2022.
La gente que me conoce sabe que soy “la chica becas”. Nunca había tenido muchas oportunidades de pequeña de salir al extranjero, hasta que me inicié en el mundo de los programas y las becas. Así que, por supuesto, Fulbright constaba entre mis prioridades. Después de un año de confinamiento y pandemia, me sentía más que preparada para salir del país, incluso si el futuro era incierto. Algo tenía claro: necesitaba estímulos nuevos que solo se pueden conseguir cuando te expones ante nuevas culturas y retos.
Decidí entonces solicitar la beca para lectores de español en EE.UU. Como la mayor parte de veces que solicito cualquier tipo de beca, tuve la incertidumbre de si sería o no apta. Aún así, siempre lo intento, porque está en mi naturaleza al menos probar. No soy una persona que destaque académicamente, pero sí es cierto que me involucro mucho en asuntos sociales y culturales. Compenso mi CV con voluntariados, becas anteriores y trabajo. No todo en la vida son las notas obtenidas durante tu carrera. Ser un ciudadano activo toma mucho más que eso, al igual que no todas las habilidades se desarrollan mediante la educación formal.
Tras mandar toda la información lo antes posible en septiembre, me puse a investigar un poco más sobre las experiencias que habían tenido otros FLTAs. Me encontré con un vídeo de un chico que hablaba muy bien de cierto College masculino. Mis ganas de saber la resolución de la beca aumentaban por momentos. Para mi sorpresa, cuando pasé a la fase de las entrevistas en noviembre, ese mismo chico al que había estado viendo en el vídeo era uno de los dos entrevistadores. ¿Casualidad? Yo estaba muy ilusionada. Él me habló de su año en Wabash College y mis ganas seguían aumentando.
Algo debieron de ver en mí a pesar de mi mala conexión durante la entrevista, cuando para mi sorpresa me metí un día en la plataforma para solicitantes (solía comprobarla una vez al día) y vi que el estado “preseleccionado” había pasado a “seleccionado”. Recuerdo que muchos sentimientos me invadieron: sorpresa, alivio, emoción, miedo. Media hora después, recibí un email felicitándome por haber sido seleccionada. Lo más duro para mí fueron los meses de espera siguientes hasta que recibes las posibles instituciones de acogida. Entre las que yo recibí, recuerdo cómo se me abrieron los ojos como platos cuando lo vi claramente: “Wabash College”. Ya lo que parecía casualidad para mí se convirtió en destino. Por supuesto que iba a ponerlo como primera opción. Así fue como meses después, fui elegida como Asistente de Conversación en Wabash College.
Soy una persona con suerte, siempre lo he sido. Llegué a la pequeña ciudad de Crawfordsville, Indiana, el 16 de Agosto. Allí me recibieron con los brazos abiertos y pocos días después ya estábamos los 4 Tas. Tenemos una casa para nosotros a un minuto del campus con todas las facilidades del mundo (nunca había usado un rizador de pelo o un hervidor de arroz antes de llegar aquí). Nos ofrecieron poder comer en la cafetería del College, pero tras dos semanas comiendo patatas y fritos decidimos optar por cocinar por nuestra cuenta. Wabash College nos proporcionó dinero extra cada semana para cubrir la comida y he de decir que fue la mejor decisión. Hacer la compra con tus compañeros y cocinar entre todos es una gran manera de crear vínculos y pasar tiempo de calidad.
Desde que llegamos a este pequeño College masculino con 900 alumnos, no paramos de conocer a gente, ser invitados a cenas en casa de profesores y a fiestas en las fraternidades. Una de las mayores ventajas de estar en un sitio tan pequeño, es que conoces a todo el mundo y se siente como una familia. Desde la primera semana nos sentíamos como si lleváramos ya mucho tiempo aquí. Y gracias a la cercanía con el profesorado y el alumnado, estamos descubriendo muchas facetas sobre la cultura estadounidense que de otra manera no podríamos experimentar. Nuestros estudiantes tienen ganas de aprender y estamos notando cómo mejoramos como docentes, explorando nuevos métodos de enseñanza.
No necesitamos una gran ciudad llena de cosas que hacer, porque el campus aquí siempre está organizando actividades (un show de dragqueens, un concurso de chili, una noche de trivial…) o alguien nos invita a ir a las ciudades cercanas llevándonos con su coche. No podemos sentirnos mejor cuidados. También, al ser una comunidad reducida, los casos de COVID-19 son mínimos y todo el mundo está vacunado por decisión del College. Nos sentimos como en una burbuja ajenos al mundo exterior y donde podemos vivir con total normalidad.
Los otros FLTAs aquí son más que mis compañeros, son mi familia aquí. Puedo poner la mano en el fuego y decir que nada de esta experiencia sería tan intenso sin ellos. Son las personas que me cuidan, a las que acudo cuando lo necesito, mis confidentes y mis mejores amigos. Ellos están pasando por lo mismo que yo y por eso nos entendemos mejor que nadie. Viajamos juntos durante nuestras vacaciones y compartimos los momentos más divertidos durante nuestra estancia. Están para lo bueno y para lo malo.
Llevamos dos meses aquí y ya hemos visitado bastantes lugares y hemos hecho muchas cosas típicas. Wabash College cuenta con dos siglos de tradiciones fascinantes que aún estamos por descubrir día a día. Hemos vivido Homecoming (semana en la que tiene lugar el primer partido en casa de fútbol americano), hemos ido a laberintos en maizales, hecho calabazas de Halloween, salido de fiesta en las fraternidades, visitado Chicago y hecho un “roadtrip” al sur del pais. Es muy común entre los estadounidenses viajar en coche a otros estados en vez de coger el avión. Durante una semana estuvimos viajando por las carreteras y visitando lugares como: Nashville, la cuna del country; Nueva Orleans y su cultura de vudú y misterio; y Atlanta con su famoso museo World of Coca-cola (¿se puede ser más americano?).
Ahora tenemos la vista en lo que nos deparan estos meses: Halloween, una estancia con los Amish, Thanksgiving con una familia local, Nueva York en Navidad… Nuestro calendario nunca está vacío. Vivimos con unas ganas constantes de hacer todo lo que tenemos por delante pero también nos damos cuenta de lo rápido que está pasando el tiempo aquí. Miramos hacia el futuro con ilusión y expectación pero también con miedo y pena. Es duro ver como lo que está siendo el mejor año de tu vida tiene fecha de caducidad. Si algo sabemos, es que este año está siendo y será inolvidable
Alba de la Cruz González Vázquez, FLTA 2021-2022