Querida Matilde:
¡Viva Madrid que es mi pueblo y viva vuestra Comisión!
Perdóname si no te he escrito antes, en cambio te he recordado mucho, y, esperé para escribirte a estar “instalada” en mi Universidad, y conocer la experiencia de “yo teacher”: pues sí! Otra nueva profesión que estaba inédita en mi ha surgido: “Dicen que doy bien las clases”; figúrate como estaré de contenta.
Bien, en el avioncito, -aunque no hubo novedad- pasé más miedo que “siete viejas”, pues llegó -como cualquier tren de Arganda- con dos horas de retraso a New York, porque tuvo que parar en “todas las estaciones” (Lisboa y Azores), por cierto que, (ahora en serio), te adelanto con mucha anticipación, que quiero volver en barco, toma nota por favor, tu que eres un Hada ahí, y espero que pueda ser ese cambio de avión-Iberia a una línea por barco, además, quiero tener las dos experiencias: ya sé que es una tontería y una paletada, pero hija, es casi la única tontería que poseo: “mieditis a los vuelos”… El, tal miedo, se me pasó nada más pisar New York, al ver esa MARAVILLOSA ciudad ¡fabulosa! y ese trajín de millones de seres de todos los colores, razas y religiones; empecé a abrir la boca (no de aburrimiento, de admiración!) y aún no la he cerrado. Sí, Matilde sí, ¡me gusta América! ¡más de lo que creía!.
En esta simpática Universidad, parece que he caído “de pié”, (pido a Dios que me ayude a sostener esa “postura”) procuro y procuraré trabajar y enseñar lo mejor posible, es decir “volcarme” vamos.
Los dos ó tres primeros días en Bucknell tuve un amago de “homesick”, pero miré bien desde mi ventana a estos miles de muchachos, escuché sus risas y me dije: “Gloria, aquí es pecado estar triste”.
Tengo clases todos los días,-dos clases-, una de principiantes,-que no saben ni jota,-y otra que ya saben, con esta trabajo muy bien y con la de principiantes, “sudo”, pero marcho; algunas clases empiezan a las 8 de la mañana ¡caray como madruga esta gente y que poco cena!
Me he adaptado al tipo de comidas diferentes, pero lo que más me choca son las horas. Cenamos (supper) a las 6 de la tarde hora americana pero como yo continuo acostándome a la hora española, (doce ó una de la madrugada,) pues, a esas alturas, tengo un hambre que no diviso, por lo que veo y he experimentado tengo la sensación de que América es un país rico donde todo el mundo se acuesta sin cenar (broma).
También echo de menos el vasito de tinto con sifón que ayuda a la digestión, durante las comidas,-como buena madrileña-, pero aparte de estas pequeñas físicas-y por lo tanto sin importancia-, me encuentro very happy almost “hapilisima”.
Además de las clases de Español, tengo que hacer unos trabajos en la Biblioteca,-grandes listas de libros españoles que no tienen,-y que quieren comprar-.
Me acuerdo de mi Madrid desde este interesante y gran país…
Con esta fecha envío también carta al Sr. Canter.
Para ti Matilde mis mejores deseos con un fuerte y cariñoso abrazo.
Tu amiga,
Gloria
Gloria Fuertes estuvo en EE.UU. entre 1961 y 1963, fue a dar clases de español a tres universidades: Universidad de Bucknell, Mary Baldwin College y en el Bryn Mawr College. Como ella mismo dijo «La primera vez que entré en una universidad fue para dar clases en ella ”.
De 1955 a 1960 había estudiado biblioteconomía e inglés en el Instituto Internacional de Madrid, donde conoció a la hispanista estadounidense Phyllis Turnbull, profesora y directora del Instituto Internacional, con la que mantuvo una relación durante quince años y quien le dio a conocer las becas Fulbright. Gloria trabajó allí de 1958 como bibliotecaria hasta 1961 cuando obtuvo la beca Fulbright y juntas se fueron EE.UU. durante 3 años.