Malembe Dumont consiguió una beca Fulbright para estudiar un máster en Planificación Urbanística en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey), donde sigue una especialización en Vivienda y Desarrollo Comunitario. Se gradúa en mayo de 2021.
Pienso en todo lo caminado y sigo creyendo que vivo un sueño. Me pellizco y duele, así que ¿supongo que es verdad?. Hubo una época en la que ese sueño era entrar a la universidad y aprender inglés. Provengo de un nivel socio-económico muy humilde en el que el derecho al hogar (o la falta de uno) jugó un papel central en mi experiencia vital, soy la primera de mi familia en estudiar una carrera y aprendí inglés de manera autónoma. Años de sacrificio y esfuerzo hicieron que en 2019 mi sueño pasase a ser el conseguir una beca Fulbright. Una oportunidad única que me está ayudando a avanzar en mi proyecto personal: la construcción de un mundo mejor a través del urbanismo.
Mi experiencia Fulbright empezó con la reafirmación de que todos, independientemente de nuestro lugar de origen, género, raza/etnia, profesión, etc, podemos contribuir a la creación de ciudades más justas e igualitarias. El seminario del que formé parte durante el verano 2019 en Portland (Oregón), me dio la oportunidad de interactuar con personas brillantes de diversas nacionalidades, muchas de las cuales compartían el mismo compromiso social. Si es que la justicia social es una responsabilidad conjunta. La ciudad, hermosa en diseño urbanístico y arquitectura pero extremadamente desigual y segregacionada; también me confirmó que las políticas urbanas están en el centro de las desigualdades sociales y que, por tanto, esta es una de las herramientas para la transformación social.
Recuerdo el primer día Bloustein, mi escuela en Rutgers, me resultó bastante intimidante, pero pronto me sentí como en casa. No podía haber lugar más adecuado para mi desarrollo académico y profesional. La escuela me ofreció desde muy temprano un espacio donde desarrollar mis aspiraciones de formarme en un tipo de urbanismo transformador que busca servir de mecanismo para hacer de nuestras ciudades espacios más justos e inclusivos, poniendo como énfasis en el derecho a la vivienda y el desarrollo comunitario, y teniendo siempre presentes aspectos como la justicia medioambiental y el impacto del entorno en los hogares más vulnerables.
Una experiencia de aprendizaje que se vio completada durante el pasado verano con una pasantía en MIT Community Innovators Lab (CoLab). Ahí tuve la oportunidad de trabajar en una investigación participativa de urbanismo con comunidades negras y latinas del Bronx y Brooklyn en torno a una recuperación post-COVID justa para todos y todas en temas como derecho a vivienda (como socio-determinante de la salud), justicia medioambiental y resiliencia, justicia restaurativa, etc. No me lo podía creer, estaba trabajando en uno de los laboratorios de generación de ideas radicales más novedosas del mundo, y lo hacía, por primera vez, rodeada de un grupo de personas diversas. Un lugar liderado por dos mujeres negras, me sentí empoderada, la representación importa.
Mi experiencia en el MIT CoLab, coincide con dos acontecimientos muy conectados con la (in)justicia social. Por un lado, los asesinatos de personas negras como George Floyd y las consecuentes protestas a nivel nacional e internacional. Por otro lado, la aparición repentina de una crisis de salud pública global, COVID-19, que no hizo más que confirmar que son las personas con menos recursos los más vulnerables ante esta y cualquier otra crisis; y el papel central del derecho al acceso a un hogar digno en sus impactos. En el caso de EE.UU. se hace demasiado evidente la conexión entre políticas urbanas e injusticia racial. ¿Cómo podría contribuir de forma amplia a que una realidad post-COVID fuese más justa? Por suerte, fui invitada por la Asociación de Estudiantes de Postgrado de Bloustein (BGSA) a ser la Social Justice Chair (Presidente de Justicia Social).
Era la oportunidad perfecta. Desde entonces he creado y me he visto envuelta en numerosas iniciativas en torno a la justicia social. Como Social Justice Chair organicé un seminario con MIT CoLab para promover en las escuela una mayor apertura hacia un tipo de urbanismo que permita lograr una realidad post-COVID más justa, una “nueva normalidad”. También creé un Comité de Justicia Social para trabajar de forma colaborativa y democrática con otros estudiantes de mi programa en torno a justicia social y urbanismo. Actualmente el comité está creando un Podcast y se van a organizar charlas en discusiones alternativas en torno a urbanismo. En sus esfuerzos por mejorar en cuestiones de diversidad, la escuela me ha pedido participar en el Diversity, Belonging and Inclusion Task Force. Aquí, junto con otros dos estudiantes líderes de grado y posgrado, he liderado la discusión “para estudiantes por estudiantes” con el objetivo de recolectar sugerencias sobre cómo mejorar en diversidad y justicia social. Después de todo, el cambio y transformación hacía ciudades más justas no solo viene desde mi contribución como urbanista; sino generando espacios para que los futuros planificadores urbanos, y el resto de futuros profesionales que pasen por Bloustein, incluyan los lentes de la justicia social. Solo así se podrán crear mejores ciudades.
Fulbright no solo me ha dado la oportunidad de cumplir mi sueño de formarme como urbanista en una de las mejores escuelas de EE.UU. en mi área, sino que con ello también ha abierto canales para convertirme en una mejor líder. Con esta experiencia estoy ayudando a abrir caminos alternativos que ayuden a repensar las herramientas y marcos que utilizamos para la consecución de ciudades más justas e inclusivas. Y, sí, ¡en el proceso también me lo he pasado pipa!
Malembe Dumont
Beca Fulbright 2019/2021