“Bueno, si el proyector no funciona, tendré que darles a ustedes una exhibición de salsa. “ Eso fue lo que le dije a la clase de 65 estudiantes graduados en la Universidad de Málaga esa tarde de abril. Todos se sonrieron y me miraron con curiosidad ya que la clase era sobre evaluación de programas académicos, y la charla que yo había preparado era sobre la política lingüística de los Estados Unidos y programas bilingües en las escuelas de Chicago. Aunque el día anterior el proyector había funcionado perfectamente con mi ordenador, esa tarde no quería funcionar ni para la técnica. ¿Qué hacer? Yo no era salsera pero sabía que un aspecto importante de la buena profesora era saber improvisar.
Por suerte sugirió uno de los estudiantes que apagáramos el ordenador y el proyector y que los prendiéramos de nuevo. Así hicimos, y voilá, todo funcionó bien! Apareció en la pantalla la presentación de “power point” que yo había preparado con tanto esmero, con caricaturas sobre la política lingüística estadounidense, fotos de aulas bilingües de Chicago, y ejemplos del trabajo de los niños inmigrantes aprendiendo inglés.
Me había invitado el Departamento de Métodos de Investigación e Innovación Educativa de la Universidad de Málaga a dar charlas sobre mis investigaciones sobre el desarrollo del bilingüismo de niños, la educación de los inmigrantes en los Estados Unidos, la enseñanza del inglés en las escuelas, y la preparación de profesores para estas aulas. La Comisión Fulbright había aprobado la invitación y pasé 5 semanas dando seminarios para estudiantes, profesores, y miembros de la facultad universitaria.
Siempre cuando uno viaja, aunque el propósito sea compartir conocimientos, tiene uno la oportunidad de aprender y expandir los conocimientos propios. Así fue esta experiencia para mí. En esa misma clase pedí que los participantes discutieran ejemplos de sus propias aulas de los conceptos que yo presenté. Nadie levantó la mano. Al principio esperé un rato, sabiendo que la buena pedagogía recomienda lo que llamamos “wait time” para darles tiempo a los estudiantes para pensar. Cuando nadie contestó pregunté qué clase de estudiantes tenían en sus aulas. Uno de los estudiantes declaró que muchos no tenían aulas propias. “Pero yo creía que la mayoría de ustedes eran profesores. ¿No es así?” “Sí, lo somos,” indicó otro; tenemos nuestras licencias de profesores pero no tenemos puestos.” Solo como 8 personas de una clase de 65 tenían puestos de profesores. Esto era un ejemplo triste de la situación precaria de la economía de España.
Me impresionó lo mucho que trabajaban los miembros de la facultad y los estudiantes a pesar de la crisis económica que estaba sufriendo el país. Participé en un seminario con catedráticos del Perú, huéspedes también de la universidad, que colaboraban con la facultad del departamento en el desarrollo de un programa sobre la enseñanza de las matemáticas. Conversé con otra colega que hacía investigaciones sobre el estatus de niños inmigrantes mexicanos que regresaban a México después de vivir varios años en los Estados Unidos. Dialogué con una administradora de una agencia de inmigrantes sobre las actividades de su centro. Comparé con muchos estudiantes situaciones escolares en España y los Estados Unidos, inclusive la situación para inmigrantes. Y colaboré con miembros de la facultad en la organización de Jornadas Internacionales de Cooperación e Investigación Educativa; dos días de conferencias para la comunidad universitaria. En todas estas situaciones pude compartir y aprender. Espero poder tener la oportunidad de colaborar con miembros de la facultad en proyectos de interés mutuo en el futuro. Y en cuanto a la exhibición de salsa, tendrá que ocurrir en otra visita.
University of Illinois-Chicago