California, tan lejos pero tan cerca

Sara García Figuera, tiene una beca Comunidad de Madrid / Fulbright para hacer el doctorado en Patología vegetal en University of California, Davis
Con mis compañeros de Patología Vegetal en el Graduate Student Retreat

A principios de septiembre del año pasado, tras un verano enlazando despedidas y acumulando deseos de buena suerte, metí todo lo que cabía de mi vida en dos maletas para facturar y me vine con tanta ilusión como terror a la Universidad de California, Davis, a empezar un doctorado en Patología Vegetal con el soporte de la beca Fulbright y el patrocinio de la Comunidad de Madrid. Una oportunidad increíble por la que estoy muy agradecida, ya que UC Davis es una de las universidades de referencia en el campo de la Agronomía, de esas que oyes mencionar repetidamente durante la carrera, ¡pero en las que ni te imaginas que puedas acabar estudiando! Sin embargo, siendo sincera (ahora que puedo, con la perspectiva que dan varios meses), en el momento de partir pesaba más en mi ánimo lo que dejaba atrás que lo que me esperaba por delante, y tuve que armarme de valentía y confianza en el futuro para dar el salto. ¡Y menudo salto! Un océano, un continente entero de costa a costa y 9 horas de diferencia. Sí, California está muy lejos de España.

Sin embargo, según llegué me empecé a dar cuenta de que la distancia no se notaba tanto. Davis es una ciudad amable y tranquila, vinculada a una universidad de más de 35.000 estudiantes que llenan las cafeterías de ordenadores y las calles de bicicletas. ¡Es la ciudad con más bicicletas per cápita de Estados Unidos! Hace bastante buen tiempo durante todo el año, y en el campus abundan las mismas especies de árboles que uno se esperaría encontrar en España, o primos hermanos adaptados al mismo clima mediterráneo. El Departamento de Patología Vegetal ocupa un edificio entero de cuatro plantas, y siendo uno de los referentes en esta disciplina a nivel mundial, tanto los profesores como los alumnos son cercanos y accesibles. Prima la curiosidad y las ganas de aprender, y las clases y seminarios se desarrollan en un intercambio constante de ideas entre personas. No importa que seas un alumno de primer año o un investigador con más de 30 años de carrera científica, todas las ideas se valoran. Como no escasean los recursos, mientras seas capaz de argumentar tu hipótesis, ¡cualquier experimento es susceptible de ser llevado a cabo!

Mi laboratorio, liderado por el profesor Neil McRoberts, investiga la epidemiología de distintas enfermedades de plantas con el objetivo de diseñar estrategias de control y proveer de asesoramiento científico a las autoridades estatales y federales. Nuestro mayor proyecto ahora mismo es luchar contra una enfermedad llamada huanglongbing que amenaza con destruir el cultivo de cítricos en California. Para ello analizamos los datos que nos llegan del campo y elaboramos modelos para predecir el avance de la enfermedad y optimizar el control a nivel regional. Es un proyecto fascinante que combina enfoques clásicos de Patología Vegetal y Epidemiología con otros más innovadores adaptados de la Economía y las Ciencias Sociales, así que estoy aprendiendo conceptos nuevos cada día, y quiero pensar que mi investigación ayudará de alguna manera a luchar contra esta terrible enfermedad, que afortunadamente aún no ha llegado a Europa.

Pero no todo son clases e investigación. Durante estos nueve meses, he aprovechado los ratos libres para subir a lo alto del volcán Lassen, pasear entre inmensas secuoyas, esquiar en el Lago Tahoe y disfrutar de la infinita oferta cultural de San Francisco. Realmente, es muy fácil adaptarse a vivir en California, donde los paisajes son increíbles y la gente tiene ganas de disfrutar de la vida, ya sea yéndose de hiking a la Sierra Nevada, tomándose una cerveza artesanal u organizando un potluck. La comida está siempre rica, y para una ingeniera agrónoma como yo es muy curioso comprobar que las frutas y verduras que se producen aquí son las mismas que en España. Mis compañeros y amigos, americanos e internacionales, siempre tienen curiosidad por intercambiar ideas y puntos de vista; y este mundo tan globalizado donde la información está permanente accesible a través de Internet, a menudo nos damos cuenta de que nuestros ideales y referentes culturales son los mismos. Aunque estoy muy lejos de casa, siento que sigo estando cerca, y confío en que volveré con una formación puntera y con la experiencia de haber pasado unos años fascinantes en Estados Unidos. Porque ante todo, la beca Fulbright es una inmensa AVENTURA, y hay que aprovecharla y disfrutarla.

Desde lo alto de Yosemite Fall

 

 

 

 

 

 

 

 

Sara García Figuera

Comunidad de Madrid / Fulbright

Ph.D  University of California, Davis